Decoración 

Volúmenes entre médanos

Sobre una superficie siempre móvil, siempre distinta, los arquitectos Arturo Grimaldi y Leonardo Nacht levantaron una propiedad que, lejos de resistirse a esa transformación constante, se suma a ella mansamente. […]

Sobre una superficie siempre móvil, siempre distinta, los arquitectos Arturo Grimaldi y Leonardo Nacht levantaron una propiedad que, lejos de resistirse a esa transformación constante, se suma a ella mansamente. “Se trata de una propiedad atomizada, adecuada a un programa de verano acorde a una escala doméstica y de uso flexible durante todo el año”, describen los titulares del estudio Grimaldi Nacht arqs.

Así, casi suspendida sobre las ondulaciones del terreno, la casa se despliega en cuatro volúmenes construidos sobre pilotes de hormigón armado con el fin de no restringir el libre movimiento de las dunas. Una pasarela exterior unifica los distintos niveles.

El Estudio recogió de la zona sus materiales, colores, perfumes y texturas para componer una construcción que fuera capaz de integrarse al entorno. “La materia prima característica del lugar y una elevada calidad de mano de obra tradicional sugirieron el lenguaje, vernáculo y autóctono. Las cualidades plásticas y el desarrollo constructivo del hormigón armado buscan exaltar sus capacidades estructurales y expresivas”, completan.

De este modo, las superficies de lapacho en trama vertical se posan sobre cuerpos de hormigón armado en trama opuesta. Afirman Grimaldi y Nacht que “estos últimos, junto con plataformas de madera y una pasarela suspendida orientada hacia el mar y las dunas, definen el conjunto”.

La flora local cumple el rol imprescindible de fijar los médanos, por eso no ha sido intervenida. De hecho el proyecto pone en valor el bosque uruguayo, que “se comporta como un sistema autosustentable que prevalece en el tiempo de un modo natural y sencillo”, concluyen.

POR Débora Campos
FOTOS Arq. Daniela Mac Adden
Sobre la chimenea y entre bibliotecas gemelas, Quinto estadio La Unión, obra en pigmento azul de Nahuel Vecino.
La casa se articula en cuatro volúmenes que se disponen entre los médanos sobre pilotes de hormigón armado para no restringir el libre movimiento de las dunas. “La diversidad de niveles de cada volumen se unifica mediante una pasarela exterior”, explican los arquitectos.
Sobre estas líneas, obras El fuego de Nicolás Bedel y Alquimia, de Leo Battistelli.
El árbol de la vida, del artista plástico Vicente Grondona, se opone en espejo a los árboles del exterior. Gran mesa de madera dura, sillas y luminarias de rattan en el interiorismo de Alejandro Barrios.
En la suite, artistas en diálogo: Leo Battistelli con El sembrador de estrellas, silueta realizada en azulejos a la manera de las figuras de convite característica de los siglos XVIII y XIX; y Martina Quesada y Azul Caverna, que desplegaron su Composición de color para el libro de las mutaciones I CHING. Profundos aleros sobre el hormigón armado y postigos de madera protegen la casa del viento del sur.

Los volúmenes fueron dispuestos sobre el terreno de manera de obtener privacidad. La cancha de tenis de césped natural es el único elemento de paisaje foráneo, “un descanso y un desahogo estético en contraste con la arena blanca. Un punto de encuentro social”, definen los arquitectos. El mar, los médanos, la orientación y el viento predominante determinaron la ubicación de la pileta hacia el interior del conjunto.

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